abril 29, 2025

«A veces pienso que desearía no haber ganado nunca el US Open»

«A veces pienso que desearía no haber ganado nunca el US Open»

La británica levantó el trofeo del Grand Slam estadounidense después de haber iniciado en la qualy y con apenas 18 años. Un capítulo más de la importancia de la salud mental en el deporte de alto rendimiento.

En agosto de 2021, emma raducanu Llegó a Nueva York en el anonimato para disputar la calidad del abierto de Estados Unidos y algo más de dos semanas más tarde, se fue con el trofeo del Grand Slam estadounidense bajo el brazo y como la nueva gran estrella del circuito femenino. Este título la catapulta a la fama y le da vida, pero también la carga de enormes expectativas y presiones. Y la británica, por entonces de apenas 18 años, no supo manejar esa nueva realidad. En los años siguientes, cambió muchas veces de entrenador, sufrió con una lesión tras otra y no cambió la realidad para hacer ese futuro brillante que le auguró tras su paso por Enjuague los prados. Y hace unos días, confesó: «A veces pienso que desearía no haber ganado nunca el US Open».

«Desde entonces tuve muchos contratiempos, uno tras otro. Soy resistente, mi tolerancia es alta, pero no es fácil. Cuando perdía un partido me deprimía. Estaba bajo mucha presión. Soy muy joven y sigo aprendiendo y cometiendo errores. Es mucho más duro cuando cometés errores delante de todo el mundo y todo el mundo tiene algo que decir al respecto. El giro es completamente brutal», comentó Raducanu en una entrevista con el hora del domingo.

Alejada de las canchas desde hace algunos meses -jugó su último partido en abril y se perderá el resto de la temporada, tras operarse a mediado de mayo las dos muñecas y el tobillo izquierdo-, la británica reflexionó en esa charla sobre lo difícil que fueron las últimas temporadas y lo mucho que sufrió con su salud mental.

"Era muy ingenioso cuando ganó el US Open.  Después me di cuenta que el circuito no es un espacio agradable y seguro", dijo Raducanu.  Foto EFE/ John G. Mabanglo
«Era muy ingenioso cuando gané el US Open. Después me di cuenta que el circuito no es un espacio agradable y seguro», dijo Raducanu. Foto EFE/ John G. Mabanglo

«Cuando gané el US Open era muy ingenioso. En los últimos dos años me di cuenta de que el circuito y todo su entorno no es un espacio muy agradable y seguro. Hay que estar en guardia porque hay muchos ‘tiburones’ ahi fuera. Ha sido difícil navegarlo. Me quemé varias veces. Y tuve que madurar de golpe, pero arendí que lo mayor es mantener tu círculo lo más pequeño posible”, comentó.

En la edición 2021 del Grand Slam norteamericano, Raducanu arrancó en la calidad y ganó diez partidos en 18 días sin perder ningún set (y cediendo apenas 50 juegos) para transformarse en la primera jugadora surgida de la qualy en coronarse en un torneo de esa categoría en la Era Abierta. Su victoria en la final por 6-4 y 6-3 ante la canadiense leylah fernandezotro inesperado finalista (73° del ranking y 19 años), le permitió saltar del 150° al 23° escalón de la clasificación de la WTA.

Este título fue el primero de su carrera. Y el único, al menos por ahora. Porque luego de ese certamen, Raducanu ni alguna vez volvió ha juzgado una final en el circuito mayor del tenis femenino ni ha ganado la segunda ronda de un Grand Slam. Y aunque alcanzó en julio del año pasado el 10° escalón del ranking, la falta de continuidad y de regularidad, complicada por lesiones, no la dejó mantenerse. Hoy está 130ª y hace algunas semanas tomó la decisión de tomarse un descanso para darle tiempo a su cuerpo ya su cabeza para sanar, después de haberlos exigido al límite.

Raducanu se operó en mayo las muñecas y el tobillo izquierdo. "Luchó contra el dolor físico, pero la parte mental también me resultó muy difícil", seguro.  Foto Twitter @EmmaRaducanu
Raducanu se operó en mayo las muñecas y el tobillo izquierdo. «Luchaba contra el dolor físico, pero la parte mental también me resultó muy difícil», aseguró. Foto Twitter @EmmaRaducanu

«El dolor en las muñecas se intensificó el verano pasado, después de Wimbledon. Empecé con un nuevo entrenador y estaba muy motivado. Entrenábamos demasiado, muchas repeticiones, y yo seguía adelante incluso con dolor porque no quería que me consideraran débil. Luchaba contra el dolor físico, pero la parte mental también me resultó muy difícil. Siempre quiero ofrece la mejor versión de mi misma, o al menos intentarlo, pero sabía que no podía”, reflexionó.

Y cerrado: «Mi autoestima está muy conectada a mis logros. Si perdía un partido me deprimía mucho, pasaba un día ‘de luto’, literalmente mirando a la pared. Siento las cosas con mucha pasión e intensidad. Estaba bajo mucha presión para rendir bien. La gente no tenía ni idea de lo que pasaba y yo tenía que mantener esa apariencia, guardarme todo dentro. Fue muy duro».

Mira también