La cifra de muertos en Libia supera ya los 5.000 tras el paso del ciclón ‘Daniel’ | Internacional
Las labores de búsqueda y rescate de posibles supervivientes continuaron el miércoles en Derna y otras ciudades del este de Libia arrasadas el fin de semana por la tormenta Daniel y grandes inundaciones que las autoridades locales afirman que ya han dejado más de 5.000 muertos, una cifra que se prevé que siga aumentando. A ellos se suman miles de desaparecidos, decenas de miles de desplazados y pérdidas materiales aún por cuantificar.
El recuento de víctimas mortales está resultando complicado por las dificultades para recopilar información en medio de una enorme devastación y las limitaciones de acceso a algunas de las zonas más afectadas por la catástrofe. Aun así, un portavoz del Ministerio del Interior del Gobierno del este de Libia, Mohamed Abu Mosha, declaró el miércoles a la agencia de noticias estatal libia que la cifra de muertos supera ya los 5.300, un número similar al ofrecido por el portavoz del centro de ambulancias y emergencias del este de Libia, Osama Ali, a la cadena de televisión local Alahrar.
El martes, el jefe de la delegación libia de la Media Luna Roja, Tamer Ramadan, había afirmado que unas 10.000 personas permanecían desaparecidas, muchas de ellas bajo escombros o tragadas por el mar. Pero aún no está claro cuántas de ellas se corresponden a los nuevos muertos confirmados por las dificultades para identificar los cuerpos. La cifra de desaparecidos también podría variar, incluso disminuir, cuando se restablezcan las comunicaciones.
La mayoría de esfuerzos de los servicios de emergencia se están centrando en la ciudad costera de Derna (de unos 120.000 habitantes), la más castigada por el paso del ciclón, debido a que las fuertes lluvias e inclemencias meteorológicas rompieron dos presas cercanas a la localidad que liberaron enormes volúmenes de agua sobre la urbe. Hasta el momento, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ligada a la ONU, ha podido contabilizar más de 30.000 personas desplazadas solo en esta localidad, donde cinco de las siete vías de acceso continuaban bloqueadas la mañana del miércoles. La OIM también informó de que en la zona de la ciudad más afectada por las inundaciones vivía mucha población inmigrante, y que hasta ahora se ha registrado la muerte de 250 egipcios.
Nuevas imágenes por satélite de Derna, difundidas el martes, muestran cómo el río que atraviesa el centro de la ciudad, cuyo caudal estaba regulado por las dos presas que cedieron, quedó totalmente desbordado por la tormenta y el agua de los embalses, lo que inundó una extensa parte de la localidad y derrumbó los puentes que conectaban sus dos mitades. Aunque todavía no se ha determinado la magnitud de las pérdidas materiales, las autoridades locales estiman que entre un 20 y un 25% de la urbe ha quedado totalmente arrasada.
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Además de Derna, la localidad de Susa, más pequeña y también costera, ha resultado muy afectada por el paso del ciclón. Según la OIM, continúa completamente aislada y no ha podido recibir apoyo exterior. “La mayor parte de la ayuda va a Derna, mientras que en Susa ni siquiera hay un hospital médico de campaña. La ayuda alimentaria tampoco llega en cantidades suficientes, y las necesidades siguen siendo enormes”, constata a EL PAÍS Mohamed Tantoush, un voluntario que colabora con la Media Luna Roja libia.
La agencia de la ONU para las migraciones ha contado asimismo 3.000 desplazados en Al Baida, la segunda gran ciudad del este de Libia. En Bengasi, centro urbano de la región, los daños causados por el temporal han sido menores. No obstante, en las últimas horas se ha extendido cierta preocupación por el estado de otras dos presas cercanas después de que el portavoz del autodenominado Ejército Nacional de Libia, Ahmed al Mismari, bajo el mando del mariscal Halifa Hafter, pidiera una evacuación preventiva. El Gobierno local ha asegurado, sin embargo, que ambas estructuras operan correctamente.
Respuesta de emergencia
La respuesta de emergencia a la catástrofe sigue viéndose ralentizada, y en algunos casos obstruida, por las limitadas capacidades de las autoridades y ONG locales; la destrucción de carreteras, que dificulta el acceso a algunas de las zonas más afectadas; y la interrupción de la red de telecomunicaciones en muchos puntos de la región. En el caso de Derna, que está flanqueada por el sur por una cordillera paralela a la costa, se sigue pudiendo acceder hasta ahora solo por dos lentas carreteras que atraviesan las montañas. “El principal problema es evaluar la situación sobre el terreno”, considera el voluntario Tantoush. “En Derna la situación es confusa porque el Gobierno del este carece de los requisitos para organizarse y no está claro que haya una unidad que centralice esfuerzos”, agrega.
“La principal prioridad, junto con las labores de rescate, son kits de alojamiento, como tiendas, mantas y artículos domésticos básicos, [claves] para satisfacer las necesidades de alojamiento de desplazados”, señala a EL PAÍS Krystell Santamaría, coordinadora de gestión de riesgos de catástrofe de la federación de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
“También [está] el apoyo psicosocial a supervivientes”, agrega Santamaría. Al tratarse de una inundación sin precedentes, no solo hay que gestionar el impacto de que hayan desaparecido localidades completas, sino también “el trauma emocional, el dolor, la conmoción y la ansiedad por lo que va a pasar más adelante”, continúa la experta, que muestra su preocupación por la falta de suministros, personal médico, comida, bolsas para cadáveres, así como la prevención de otras enfermedades. La Cruz Roja también alertó el miércoles de que teme que se propaguen enfermedades transmitidas por el agua tras los daños en las infraestructuras de saneamiento e higiene.
En este contexto, el presidente del Consejo Presidencial de Libia, Mohamed al Menfi, del Gobierno del oeste, admitió el miércoles que la tragedia supera las capacidades del país, por lo que solicitó ayuda a todos los países y organizaciones internacionales que puedan ofrecerla. Por ahora, Estados vecinos, como Egipto y Argelia, y otros de la región, incluido Turquía, Italia y Kuwait, han enviado ayuda y equipos de rescate. El coordinador de asuntos humanitarios y ayuda de emergencia de la ONU, Martin Griffiths, dijo el miércoles que asignará a Libia una partida excepcional de 9,3 millones de euros.
Las labores de rescate y la distribución de ayuda también se están viendo entorpecidas por la situación política en el país. En este sentido, Libia lleva sumida más de una década en un estado de fuerte inestabilidad. El país está política y administrativamente dividido en dos gobiernos rivales, uno con sede en el este y el otro en la capital, Trípoli, en el oeste. Pese a ser un país rico en petróleo, esta fractura ha favorecido una situación de parálisis que dura años y la mala gestión, que se han visto acompañadas de conflictos armados cíclicos y corrupción. Todo esto ha dejado Libia con unos servicios públicos y unas infraestructuras decrépitas e inadecuadas para hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos como el paso del ciclón Daniel.
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