la iniciativa Bridgetown para acelerar la inversión privada en los países pobres
Las propuestas de reforma de la arquitectura financiera mundial derivadas de la iniciativa Bridgetown, que lleva el nombre de la capital de Barbados, estará en el centro de la “cumbre por un nuevo pacto financiero global”, organizada en París los días 22 y 23 de junio. Presentado por Mia Mottley, Primera Ministra de Barbados, en el 27mi conferencia sobre el clima (COP27) en Sharm El-Sheikh (Egipto), en noviembre de 2022, esta iniciativa cuenta con el apoyo de muchos países del Sur y despierta el interés de las naciones desarrolladas.
“Por primera vez, la cumbre de París podría establecer un nuevo marco financiero acorde con los desafíos y poner fin a las soluciones de ayer”, espera Avinash Persaud, en el origen de esta iniciativa. El enviado especial para la acción climática de MA mí Mottley ya no quiere oír hablar de bonos verdes, canjes de deuda por naturaleza o incluso mercados de carbono, todos estos mecanismos desarrollados para movilizar el financiamiento climático pero que, a pesar de su “aportes positivos”, son en gran medida insuficientes.
Basándose en la observación de que la arquitectura financiera mundial no es adecuada para afrontar el desafío de la lucha contra el cambio climático, la iniciativa Bridgetown propone fortalecer la capacidad de financiación de los bancos de desarrollo, como el Banco Mundial o el Banco Africano de Desarrollo, y potenciar aún más la financiación privada. inversión del sector. Según un informe encargado por la COP27 a finales de 2022, los países en desarrollo necesitarán al menos 2.400 millones de dólares (unos 2.197 millones de euros) al año para 2030 para hacer frente a la emergencia del cambio climático, es decir, el 6,5% de su PIB.
espiral infernal
O tras la pandemia de la Covid-19, que amplió los déficits, y la subida del tipo de interés que elevó el coste del endeudamiento, estos países tienen poco margen de maniobra. Demasiado endeudados para adaptarse a las consecuencias del calentamiento global, son muy vulnerables a él. El más mínimo ciclón puede acabar con sus puntos de PIB y precipitarlos al incumplimiento. La deuda y el cambio climático se retroalimentan en una especie de espiral infernal.
República Dominicana está bien situada para saberlo: en 2017, el huracán María destruyó en pocas horas el equivalente al 226% de su PIB anual. “Necesitamos una gran iniciativa para acelerar la inversión privada en los países pobres”, agrega Avinash Persaud. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que deberían duplicarse, principalmente en infraestructura energética y transporte.
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