Vladimir Putin ante el motín del grupo Wagner
Ahora hay, en Rusia, un campo “lealista” y un campo “rebelde”. A esta asombrosa observación se suma otra: el motín encabezado por Evgueni Prigojine y su milicia Wagner controló, el sábado 24 de junio, una ciudad de un millón de habitantes, Rostov-on-the-Don, e incluye generales como rehenes. Este cambio tuvo lugar de la noche a la mañana, después de que el Sr. Prigojine diera la orden de “25.000 combatientes”el día anterior, para regresar del frente ucraniano a “liberando al pueblo ruso” Y “Restaurar el orden en el país”. Sumerge a toda Rusia en un enorme agujero negro.
En Moscú, las cosas se dicen con la misma claridad. Desde el viernes por la noche, todas las instituciones del país, desde el Kremlin hasta el Ministerio de Defensa, desde el FSB hasta el Comité de Investigación, han estado usando las mismas palabras inauditas: “rebelión armada”, “golpe militar”. El propio Sr. Prigozhin lo niega, alegando que apunta solo al comando militar, y no a Vladimir Putin. Pero el absceso que se ha estado formando durante meses es demasiado grande para desinflarlo, y el desafío al estado es imposible de ignorar.
El sábado por la mañana, Vladimir Putin tampoco trató de ocultar la gravedad del momento. En un discurso solemne de cinco minutos, durante el cual no mencionó el nombre de su excocinero, el presidente mencionó un “traición” perpetrado en nombre de“ambiciones excesivas”y un “puñalada en la espalda”cometido mientras Rusia “para resistir la agresión de los neonazis y sus amos”. Instando al pueblo ruso a “unidad”Putin advirtió que las respuestas del estado serían “duro”prometedor “un castigo inevitable para aquellos que han entrado conscientemente en el camino de la traición”.
El Patriarca de la Iglesia Ortodoxa, Kirill Iohuno por su parte llamó a los ciudadanos a rezar por Vladimir Putin, mientras los principales miembros de la élite, gobernadores o diputados, multiplicaban los mensajes de lealtad.
“Todos estamos listos para morir”
Las próximas horas o días deberían jugarse precisamente en torno a la clasificación de Rostov. 2014, la ciudad, ubicada a unos 950 kilómetros al sur de la capital, sirve como base de retaguardia para las operaciones rusas en el Donbass ucraniano, incluidas las de Wagner. La madrugada del sábado fue invadida por hombres armados y vehículos blindados, quienes tomaron el control de varios edificios públicos, incluido el cuartel del ejército. Durante varias horas, los vecinos no pudieron saber quiénes eran estos militares con uniformes adornados con cintas plateadas que instalaron ametralladoras en las aceras.
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